El negro zumbante de su vestido, sostenido por las caderas,
tan delicado que o se apega al cuerpo
o se va volando del cuerpo… ¡Ser amado por una virgen!
Te vertiste y le ofreciste tus respetos… Pero ella
no quería dar ni la mano, presintiendo
que el amor sólo lo prometemos de fin a fin,
en dos fines… Tal vez únicamente por ello
los amantes se encuentran en secreto…
Aquí, en público, como escondiendo nuestros pecados,
bailaba con otros, y cuando su tacón empezaba a oscilar,
se fue, justo en el momento en que viste
que el defecto de su falda estaba justo
donde ella todavía no tenía el seno…
Sólo el mal poeta oculta el motivo de la serpiente mediante un tilo florido.