No debe, pero

No debe ser una gran colina de noche,

para que desde ella cualquiera sienta

que todavía seguimos actuando en las tablas

de los animales que quedaron del Arca de Noé.

Y no debe ser una gran colina al amanecer,

para que desde ella cualquiera vea

que es el mismo tranvía el que lleva a la gente

al trabajo, al cementerio o al hospital.

Pero será sin duda siempre la pura quebrada del día

en que sólo sufrirá alguien

por la impaciencia del que es enviado

y a la vez del que escucha el mensaje.