Hamlet me dijo: «Sabe usted: de pronto nada, absolutamente nada,
absolutamente nada delante ya, nada como el instante en que parece
que hasta el futuro está detrás de nosotros.
El que ama ¡debería alegrarse!
Pero el universo, aunque esté acabado, es también ilimitado.
El hombre de pronto siente añoranza, la mujer frío,
así que no se han dado muerte, vuelven en sí
y están agradecidos porque ven de nuevo algo del destino,
aunque sea el desvergonzadamente preciso
camino del asilo…».