Bochorno, hasta el cielo abultado por la hipérbole de la vejiga del cerdo…
Todo se hincha, o bien se encorva…
El científico, que cegó al escarabajo enterrador,
lo sigue y está sorprendido
de que, a pesar de ello, haya encontrado su carroña
y de que sus ojos estén en cierto modo de sobra…
Aunque fuertemente protuberantes, las venas humanas
no pueden hasta ahora enmasillar con todos sus pulsos
las grietas de los viejos muebles del sol…
El árbol de las mariposas padece las larvas de los aviones…
Y sólo el jardinero, al que dio un ataque de apoplejía mientras regaba,
yace junto a la manguera, como si hubiera dejado crecer el sexo
desde el polvo hasta las peonías…