Junio

Bochorno, hasta el cielo abultado por la hipérbole de la vejiga del cerdo…

Todo se hincha, o bien se encorva…

El científico, que cegó al escarabajo enterrador,

lo sigue y está sorprendido

de que, a pesar de ello, haya encontrado su carroña

y de que sus ojos estén en cierto modo de sobra…

Aunque fuertemente protuberantes, las venas humanas

no pueden hasta ahora enmasillar con todos sus pulsos

las grietas de los viejos muebles del sol…

El árbol de las mariposas padece las larvas de los aviones…

Y sólo el jardinero, al que dio un ataque de apoplejía mientras regaba,

yace junto a la manguera, como si hubiera dejado crecer el sexo

desde el polvo hasta las peonías…