¡Vida, sí, tú! ¡A pesar de todo, sólo tú!
Tú en el diálogo amistoso y en la mano amablemente ofrecida,
tú en los hechos de buena voluntad, y por ende de la esperanza del corazón,
tú anónima en los dones, ya que los muertos dan
y los vivos reciben y ceden de nuevo,
tú libre, el mismo movimiento del amor,
tú, siempre tú, oh vida,
aunque la dimensión acampanada de la escucha nocturna
puede de pronto encender el mal desde el mal,
tú muda entonces como el crimen
y lenta, como la música funeral,
para que no se asusten los caballos —
y con todo de nuevo tú, en las manos sencillamente ofrecidas
y en el diálogo amistoso —
vida, sí, tú, oh vida, a la que no miento
si digo con sinceridad que amo…
vida, sin embargo, donde con la misma sinceridad siento
que el suicida es demasiado sincero
para poder ser poeta…