Van por el bosque… y aunque es un bosque denso,
en vano él la intenta convencer, miente, y cambia de voz:
ella teme que alguien pueda verlos…
En vano él le dice que los hombres se hincan de rodillas,
para rezar; que se arrodillan para amar;
que sobre sus rodillas ponen a las nuevas generaciones:
ella teme que alguien pueda verlos…
En vano él le susurra: Imagínate que dentro de cinco años
hará cinco años ya que estamos juntos
y no lo lamentaremos;
ella teme que alguien pueda verlos…
En vano luego calla e imagina que se ahoga a la altura de su seno
y ve las estrellas de deseo…
Ella teme que alguien pueda verlos…
Y sólo cuando ambos sin querer asustan a un ciervo,
su timidez animal, respaldada por una timidez no humana,
se convierte en pasión hasta desgarrar la falda, la camisa y el cuerpo…