Hace ya mucho que acabó el festín y el invitado llega sólo ahora.
No sabiendo cómo reaccionar ante tu asombro
al que apenas apoyan los estampidos del hielo
desde más allá de la ventana,
quisiera asumir una forma más concreta.
Mientras tanto, sin embargo, hace concesiones a los espíritus,
y fatalmente viene a tu encuentro
y tú, cobrando de pronto confianza, empiezas a entender
que no puedes amar para ser amado,
que no puedes amar y ser amado,
que no puedes amar porque amas,
pero debes amar al que no ama…