Un rayo de luna, cayendo sobre los ídolos de las Cícladas,
rebota de las arenas vaginales a la vara de laurel del genio.
Sería ya mucho
si en el truncado jugárselo todo
admitiéramos que es la palabra la que actúa
pero es el espíritu el que crea.
Nosotros, sin embargo, respaldados, idolatramos
en el hombre la pasión en lugar de la nostalgia
y en la mujer las inclinaciones en vez del deseo…