En el insomnio (durante el cual no puedes imaginar
si el alerce en invierno está sin agujas)
la noche actual hace ya demasiado que ahoga y estruja…
¿Tiene de verdad tantos lienzos mugrientos y llenos de hilachas
que la última nube saliente
pilla al amanecer en la tina ya como a una anciana
a la que hay que desear: «¡Que Dios te lo blanquee!»?