Esperabas la salida de la luna y llegó una meretriz.
Queriendo encender la lámpara de petróleo, enunció:
«Hoy estuvo en la peluquería una anciana.
¡Cuántas cosas pidió! Nada la satisfacía
ni por un instante, ¡todo le parecía poco cobrizo!
Cuando tras una hora tenía que levantarse,
se descubrió que estaba muerta…
¿No es una hermosa muerte? ¡En verdad mejor
que colgarse de la propia trenza!».
«Sí», le contestaste, «¡pero no enciendas!».
Y como si quisieras empujarla
con el imprevisto eclipse de luna
hacia algo que alcanzaría tal vez dentro de un año,
dijiste: «Bajo el colchón hay cocaína, ¡si quieres…!
Yo mientras espero la salida del sol».