Tarde de domingo en la praguense Manina

Bochorno, golpeado por un saco de oro. Abre paso con el vértigo

a este hediondo barrio hasta la conciencia de la calle

en la cual finalmente hoy aparece alguien

que un día hace mucho tiempo salió de la quemada Ilión.

¡Qué firme está en su juventud!

Y, sin embargo, a pesar de todo el callar seguro

sobre siete labios en siete hojas para besar

y a pesar de toda la claridad segura, que sabe

del muro por la sección del ladrillo, y concentrado

en la testaruda entrada —

parece aproximado…

Quizás porque lleva un traje de confección

o no se da cuenta bastante irrespetuosamente,

de que está delante de la meta.

¡Pero sí! Ya entra

y pronto verá que en el matadero

todavía hoy al irracional le ponen paja de escoria…