Estaba en la orilla con un árbol en llamas en la mano
iluminando a una mujer que atravesaba el río
agarrada a la cola de un caballo…
cuando ella se le acercó, él no dijo:
«Vengo de un lugar donde arde todo el bosque».
Y cuando él la abrazó, ella no dijo:
«Vengo de un lugar donde sigue sentada la mujer de Samaria
a la orilla del pozo…».
Ambos callaron… Primero porque
los vivía lo inexpresable
y después porque vivían la palabra sólo para la imagen…