En el campo

Tus ojos, corroídos por el último ranúnculo,

pestañean debido a un dulce pero ya impaciente dolor

y lanzan luego ante sí el primer estado de la noche.

Es simple. No hay nada en él

que confunda el sendero de patatas

que lleva directo a la aldea, sobre la que se eleva el humo

con la promesa de una cena dispuesta…

Algunas personas están bajo el nogal

que alcanza el movimiento de sus manos

durante una conversación sobre caballos negros con herraduras gastadas.

Algún sonido desprendido suavemente áspero,

como un lienzo afelpado sobre los muslos,

se abre a los muros calientes…

Y eso es todo… Y sin embargo, ¿quién afirmaría

que no se trata de edificios, sino de construcciones,

y no por tanto de casas, sino de un hogar?…