Ella I

Oigo a un hombre que pregunta aterrado:

«Alegría, ¿tan mal estabas conmigo

que te has quedado sólo un segundo?

¿Acaso no te he amado, he sido asfixiante,

he interrumpido en ti el soplo de los dioses nocturnos

y no tenías suficiente silencio porque en mi interior, en aquel momento

el platero y el orfebre se peleaban por un diamante de entendimiento?».

Y oí cómo contestaba la alegría:

«No, no, ¡pero yo soy indetenible!».