Edificios para la eternidad

Hay edificios para la eternidad, edificios nobles

de los cuales al final sólo ha quedado y perdurado

una artesa engrosada de cal que, llena de colas de serpientes,

se agarra a la tripa de la gloria cosquilleante…

Esto despierta un eco que hace intuir

que los edificios eran altos y por dentro sólo los podría embellecer

un pintor de brocha gorda sin piernas…

Los recorriste todos: juventud y placer y arrogancia,

que por entonces apagaban las antorchas

de un puñetazo y las velas de un salivazo.

Allí, incendiariamente, hoy sólo venden ya negro de humo

o polvo tetudo,

aparecido debajo de la boñiga que cae,

único bronce para las aciduladas arrugas de los dioses

o de los asesinos a sueldo…