Dos estrellas en la testuz de la vaca celeste
revientan por su carga excesivamente madura
para luego, al caer, unir
la parábola de Apolo con la cerviz del bebedor
y encaminarse al círculo diamantino de Mallarmé…
Aunque adelantemos la conciencia, nos tapamos la luz con la inspiración
y así, bajo los íntimos rayos de su luz,
se puede ver sólo el muro del grosellero lleno de huevas
junto al que dos mujeres se reían, sin saber por qué,
cuando, agazapadas, orinaban y se miraban…