Amantes I

Innumerables ojos del fruto del saúco lanzados al sol,

preñada ceguera del hombre que brota en las tinieblas,

en las tinieblas, únicas

en permitir que él se aparezca a sí mismo

y después a ella, mera muchacha

que aquí, dándose de pronto cuenta, yace estupefacta

con el trueno de la música quemada

y con hierba en la tumba.