Incluso esto te toca: con amargura dar testimonio al escurridizo silencio
y precisamente en los momentos en que sólo el averno sabe
a qué se atreve la mujer, antes de que el hombre se decida,
ambos justo entre el vómito de la juventud y el excremento de la vejez.
Incluso esto te toca:
con amargura dar testimonio a la adúltera obscenidad de la música
y precisamente en los momentos en que, empujada hacia el regazo,
sacaba el pecho,
para luego, desde la boca amorosamente criminal, bramar hacia ti
a través del muro, agrietado por la caída de Agamenón…