¿Estoy realmente solo de nuevo, amando un poco,
callando un poco, sufriendo un poco
y liberándome por el pensamiento
al no haber cumplido nunca mi destino?
¿No comprendo que un hombre da
sólo porque le falta algo?
¿Estaba tan lleno de aquellos orgullosos colores
que importunan a la luz vacía hasta que ésta los diluye?
Incluso el arte, donde el corazón utiliza el pulso
como el cajista la lámpara,
me ha dejado por mi doble
y está en algún sitio abatiendo mi tronco, tanto más
cuanto más merecen ser hollados
mis estériles pellejos.
Fuera llueve justo en el momento
en que el lobo persigue al cisne,
mientras por el paranoico río resuena
el bramido de los troncos flotantes,
ataúdes para todos nosotros.