¡Te cayó del cielo! Bajabas
con la lámpara de minero de la desesperación
y te detuviste junto al cinc de la taberna…
Y precisamente entonces se te reveló…
¿Por qué sufres, dijo alegremente,
si es algo completamente simple?
El que va hacia Dios y ha renunciado ya a todo lo terrenal,
encuentra al final la contratierra.
Y el que vuelve de Dios, enriquecido por todo,
tropieza de nuevo con el hombre.