No, ni siquiera la música, así que cállense.
La oscuridad, ciertamente, puede estar en la multiboca de las horas
cuando al parque acometen calambres de estatua,
pero la noche es precisamente un momento, este momento,
en que chapotea en el cieno un rayo de luz
bajo el cual el pescador furtivo coge la anguila con un tenedor
y, con pesada saliva de taciturno,
vence el siseo de la estrella que cae,
esa limosna que se bebe el bostezo del mosquito…