Figurita

Esta figurita de arcilla que estuvo mucho tiempo,

injustamente y avergonzada,

en el escaparte de la tienda

donde venden sólo caramelos

está ahora en mi casa…

Apoyándose con el pie en el atlas estelar

e iluminada por el futuro, por detrás arroja sombra

en el contrafuego de la poesía.

Por vivir en casa de un mortal es en cierto modo testigo

de sus vicios, pecados, remordimientos y desesperación,

pero por sobrevivirle es incluso su esperanza,

de que una recapitulación justa dirá quién fue.

Y ella sabe hablar… Precisamente ayer dijo:

«Hay pobres que desprecian a los pobres.

¿Cómo lo has hecho para reconocerme?

¡A mí ya nadie me reconoce…!».