Ojos

Ojos de los mortales, ¡maravillosos ojos!

Ojos del hombre, ojos de la muchacha,

¡maravillosos ojos, verdaderamente maravillosos!

Los de él, ojos de súplica. Los de ella, ¡ojos de tentación!

Los de él, que ciegamente descienden a dos huesos

y se convierten en árbol…

Los de ella, que son la compacta virginidad de los pétalos,

pero ligeros para las flores de este árbol

¡y para los frutos de este árbol!