Construyendo la torre de Babel

Redimías penas trabajando como peón de albañil.

De la mueca del alba al guiño de la noche

el trabajo era duro como tierra de invierno para el enterrador,

y hacía mucho que nos había cortado la respiración

y mucho que la esperanza de huir era poco más

que un escupitajo pisado por un pie descalzo.

El carácter efímero de todo lo espiritual era tan aterrador

que la mayoría de nosotros hubiera querido creer

en la inmortalidad de la carne.

Empezamos a encontrar nuestros dobles…

En cuanto a ti… ¡Pero no!

Fue suficiente que esa mujer de Babilonia

cruzara la rampa de asfalto

para que todo ese inmenso inhumano edificio

destinado a la eternidad

te pareciera de pronto bastante frágil.

Las ruinas eran tan inminentes,

eran como la certeza del amor…