Golpe de gracia

Incluso lo que debería haber sucedido hace tiempo solamente ahora se produce…

Pero vi en el mercado de Gahatagat

una viejecita, un montón de huesos llorosos

echados en el vestidito de la última esperanza.

En el suelo no tenía para vender

más que alguna diminuta crisálida que ofrecía.

La miraba con el compasivo espanto

del ser amenazado por algo que va a suceder prematuramente,

se esforzaba en hacerles sombra con la pantalla de sus manos

para que el sol no las calentara demasiado,

y cuando acaso alguna vez alzara los ojos hacia los transeúntes,

su mirada esperanzada acosaba hasta el delirio.

Pero en verdad los transeúntes sólo transitaban,

así que de nuevo estaba sólo ella

a quien, de pronto, sacudió la explosión de las crisálidas una tras otra,

y quieta como estaba, familiarizada con las injusticias ancestrales,

traicionada y sin embargo echándose la culpa en cierto modo,

no alcanzaba, ni siquiera a través de los demás, a seguir

el ardiente vuelo pelirrojo de unas veinte mariposas.