Es una noche con un boquete en el lienzo de los autoengaños,
bajo la cual con la agrietada luz de la luna
cuece porcelana el poeta que envejece.
Solitario y afligido como está,
removido por un texto irónico debajo de las notas del pulso,
busca un rayo igualmente solitario
que rehuya los cementerios del pésame
a quien los vivos asustan.
No, no es que no sea… Pero cuando está a punto de realizarse
deja de ser, si se realiza…