En el fin del mundo

Aquí en verdad sucede como en el río

en el momento en que abandona un lago extinguido

dos abismos sangrantes, que no saben dónde están,

un par de columnas impregnadas de la marmórea simiente de las ideas,

y un puñado de viejos mapas rotos,

que nada tienen que envidiar

a un fajo de billetes de banco de origen desconocido,

que la demacrada ironía hubiera encontrado en el umbral de su puerta…

Por momentos, casi testimonialmente, se deja oír

cierto murmullar vertiginoso…

Como si la tristeza pespunteara

con presentimientos

los blancos trajes de nadie…