Tal vez es cierto que los árboles han vuelto a florecer
y de nuevo hay aquí diez silos de flores
por cada semana de yermo…
El rito ovular de los mismos sobrefinales
locamente oscurece el sinsentido de la vida,
mientras las negras semillas se dejan embaucar
por la excitable luz, que se estremece
como una camisa de mujer que se secara
al amor de las urnas funerarias al cocerse…
Rogando, prometiendo, apenas convincentes,
sin ojos, todavía ciegos y ya ofuscados,
quisiéramos mimar por lo menos a la muerte
como fiel hermana del nacer…
Y sin embargo, un día, la tierra nos dirá
a cada uno de nosotros:
«Me acuerdo de ti, pero aún no sé por qué…».