Hoy, cuando estábamos junto a la gruta,
que con oscuro músculo se bebía las olas,
preguntaste, pensando en lo pasajero:
«¿Qué dice a los hombres la corriente?».
—¿La corriente? Como si se hubiera comido la médula de la esfinge,
ella en su tiempo para siempre, con la tiniebla nos murmuraba:
Lo que a nosotros nos piensa sólo hasta la cintura
no será mujer ni en la cabeza.