LXV. Somnia et noctium phantasmata

Ésta es la noche en que por la puerta secreta del desvelo

entran fenómenos demasiado creados

para rendirse a la desaparición.

Con amargura cruje el peldaño y los ropajes,

con apagada concentración, esperan centellear

siguiendo el horario de la lechuza.

Algún rasgo se fatiga en vano

de ser sonrisa sin cambio de alma,

alguna mano piensa en ecos

la voz peinada por encima de las orejas del infierno;

suena algún paso sólo vacilante

(ya que la necesidad es para el futuro,

aunque precisamente él no la quiere),

cuando de pronto una sombra se mueve persuasiva

y quema la costra de los estigmas

en la llamita de la eterna lámpara,

mientras los ojos de todos la siguen…

Sólo tú continúas durmiendo, duermes casi obstinadamente,

como si por el cabelludo perdurar en el ataúd

quisieras presentir

el destruido peine del ángel.