LII. Chico dormido

En el musgo, donde sólo el verde sopla,

duerme un chico desnudo como lo desnudó junio.

Esparcidos, en torno,

perdigones de arándano.

Sobre él, una ardilla saca punta

con un lápiz al lápiz de los pinos.

Es que navega ondeante la mano del viento

y quiere pintar en el azul de su rostro.

Y al chuparle, tan dulce, el sudor,

palidecen las negrodoradas ninfas:

las avispas, que una vez se pegaron

en el fresco barniz de su ataúd.