La callada tiniebla era allí aliento
y cambio, el más poderoso
de los espíritus terrestres.
La niebla era omnipotente… Ni siquiera te preguntaste
qué decidió que el meteorito
se situara en la posición del viento sin aire.
Islamente impresionado viste pasar
a una pareja santamente loca…
Por toda una vida de ocultación
calló en ellos el destino como un canto…
El canto, agarrado al cuerpo,
trabaja en el espejo.
Y la juventud no es más que el amante
por un momento cegado en la continua autovisión…