L. Recuerdo de una noche de luna en Liboc

La callada tiniebla era allí aliento

y cambio, el más poderoso

de los espíritus terrestres.

La niebla era omnipotente… Ni siquiera te preguntaste

qué decidió que el meteorito

se situara en la posición del viento sin aire.

Islamente impresionado viste pasar

a una pareja santamente loca…

Por toda una vida de ocultación

calló en ellos el destino como un canto…

El canto, agarrado al cuerpo,

trabaja en el espejo.

Y la juventud no es más que el amante

por un momento cegado en la continua autovisión…