XLVIII. Versos

La ola donde el pez pone en marcha la música

de los recuerdos de los cantos rodados;

el muro del cementerio donde se secan los pañales;

el pájaro, la hoja que cae, la voz perdida en la niebla,

simplifican cada gesto

por más que el paso de la historia por la naturaleza

se lleve con el rastrillo las imágenes hasta los instintos.

A los complejos rencores responde la aflicción

con tanta sencillez como la madre

que, cuando el hijo escoge las palabras homicidas más refinadas,

se seca las lágrimas con el delantal.