XXXVIII. Noche en Cernohouzy

Durante toda la noche estuvieron llenando el agujero

y agitando con el muro

todos los aspectos del insomnio.

Parpadeante, una vela se infiltraba

y fruncía sólo casuales momentos del silencio,

justo cuando un recuerdo

se fundía con la palabra

en la rítmica avería del búho.

Si las tinieblas sólo en el espacio hallaban su infancia,

tal vez todo ruido necesitara concentrarse,

así que tan miserablemente oprimido declaraba:

¡los de fuera tienen prisa!

Y ellos se apresuraban… la hembra de la tormenta

lentamente se abría

sobre la torre del castillo

y el relámpago era pura prueba

de que la preponderancia de la opinión sin amor

se dirige hacia los cuadros con un cuchillo…

A cada crujido del vagón

sentías que también, por todas partes,

los lechos de los limbos rechinaban de futuro…

y te preguntabas, infausto,

dónde se hallaba un nacimiento tal

que te permitiera encontrar algo más que la antigua angustia…