XXXIII. Subidas II

No ves nada, mientras estás no cegado

para la embriagadora tiniebla, donde lo maravilloso es activo.

¿Si no has buscado el vino,

cómo quieres encontrar la bodega?

No alcanzarías el don divinamente maduro

que te indicaría el primer tono de la materia creadora

si te asustaras ante lo inesperado

… y no te asustaras dulcemente.