Parada en la colina. Mira: algunos escombros
y como hace años aquí se marchitan
los castaños, los árboles de la cerveza.
Y como entonces son terceras
de asustadizos sonidos durante los cuales cae el cuchillo.
El pene del caballo se arremangó.
La lluvia en las puertas se siente ya mujer.
El castillo destruido como un golpe de pecho
y el mismo aire que no lo sobrevivirá…
Mas me falta aquí un niño, que expulsaba flores
del jardincito de la estación
hacia el cementerio de su abuelo.