XXVIII. Dos voces

VOZ.

Sólo el sufrido arraigar y la no atadura

los ve, si tú no los distingues.

Está cerca. Haces bastante,

cuando entras allí, en ti mismo estás entrando.

CONTRAVOZ.

Ama la lejanía, el combate a pecho descubierto.

Ama el río, su largo recorrido.

La fuente cerca del mar

se vuelve sólo riachuelo.