XXVII. En las colinas de Chlumek

Con cuerda metálica en e

tintinea un insecto sacudiendo el aire.

Si estalla talará

el ojo del bosque.

Y la prometedora lujuria

suena cada vez más y más alto.

Después un gemido… Nada…

Inmovilidad motora.

El calor agobiante sube en dos semitonos

la cuerda de los días veraniegos…

El pozo recubre el vacío agujero

con hojas de nenúfar.