XXII. Siempre

Siempre la prisa que apenas se pregunta:

«¿Herir? ¿O tomar una decisión?».

La prisa que busca una y otra vez

la desaparición en el futuro.

La prisa que ha escapado a la eternidad

pues la inspiración del hombre y la espiración de la mujer

nunca superan las apariencias

y su fluido persigue sólo la demora

de un aspecto a otro.

La prisa que es un acabar

más de una vez en nada…

¡Fíjate! Hasta al caballo del coche fúnebre

se le azota con el látigo.