En la ladera de las lágrimas, en el momento de las pestañas
duerme una chica… Duerme y algo quiere.
El bosque le ha mordisqueado el pelo
con los dientes de oro de la retama.
Y no la suelta. Precisamente hoy,
cuando cae el sol en el alarido sin fondo
como si un perro ciego
vomitara en el vacío el anillo de bodas.
Lo que antes estuvo en las formas
es tal vez el contenido del universo.
Por los miembros de la chica fluye el temor
temiendo su exceso.
Mira, el espanto le besa una reineta
y luego otra, las dos…
Ensangrentadamente palidece
como la sábana tras la boda.
Y su ilusorio sollozo
destruye la lánguida realidad del día…
El alma tiene algunas almas
para un cuerpo único.
Pero pronto la temblorosa blancura
con oscuridad tocará su propia tez…
El cuerpo tiene más, más cuerpos
para un alma única.