Bajo el tilo colorea el mentón de un santo…
El aire desconocido reverbera
por la virginidad de los oídos del cementerio,
el rojo transcurre fuera de sí,
la risa de las muchachas se absuelve de la desnudez.
y el olor,
resplandeciendo sólo al extinguirse,
niega que el canto
pueda poseer a un hombre nada más con la piedra.
Y con todo, con todo: la imagen
que aquí no es abismo
no puede ser señal.