«No, hace ya tiempo que nada tengo que ver contigo».
Dice esto casi como si lo arrojara.
No se confía. Apenas ambiciona
explicar si quiere emprenderla a golpes
o bien, de repente, decidirse.
¡Oh, es como nadie, que se niega
a interceder por nadie
y sus trescientos miembros confunden
la invisibilidad audible
en un tacto premortal, que se asombra
de que también él tenga un traje comprado
a módicos plazos en tiempos de necesidad…
Mira, un ángel, un ángel principiante,
pero ya ángel de apodo:
¡desertor o espía!