Atendiendo a una arraigada costumbre familiar, la iniciación sexual de Julio fue pactada, en diez mil pesos, con Isidora, con la prima Isidora, que desde luego no se llamaba Isidora ni era prima de Julio. Todos los hombres de la familia habían pasado por Isidora, una mujer aún joven, de milagrosas caderas y cierta propensión al romanticismo, que accedía a atenderlos, aunque ya no era lo que se dice una puta, una puta-puta: ahora, y esto procuraba siempre dejarlo en claro, trabajaba como secretaria de un abogado.
A los quince años Julio conoció a la prima Isidora, y siguió conociéndola durante los años siguientes, en calidad de regalo especial, cuando insistía lo suficiente, o cuando la brutalidad de su padre amainaba y, por consiguiente, venía el periodo conocido como periodo de arrepentimiento del padre, y enseguida el periodo de culpa del padre, cuya más afortunada consecuencia era el desprendimiento económico. De más está decir que Julio tendió a enamorarse de Isidora, que la quiso, y que ella, fugazmente enternecida por el joven lector que se vestía de negro, lo trataba mejor que a los otros convidados, lo consentía, lo educaba, en cierto modo.
Sólo a los veinte años Julio comenzó a frecuentar con intenciones sociosexuales a mujeres de su edad, con éxito escaso pero suficiente como para decidirse a dejar a Isidora. A dejarla, desde luego, del mismo modo que se deja de fumar o de apostar en carreras de caballos. No fue fácil, pero meses antes de aquella segunda noche con Emilia, Julio ya se consideraba a salvo del vicio.
Aquella segunda noche, entonces, Emilia compitió con una rival única, aunque Julio nunca llegó a compararlas, en parte porque no había comparación posible y también debido a que Emilia pasó a ser, oficialmente, el único amor de su vida, e Isidora, apenas, una antigua y agradable fuente de diversión y de sufrimiento. Cuando Julio se enamoró de Emilia toda diversión y todo sufrimiento previos a la diversión y al sufrimiento que le deparaba Emilia pasaron a ser simples remedos de la diversión y del sufrimiento verdaderos.