Día 8, 9:00 PM.
Sede Vaticana,
Roma, Italia.
El sacerdote se levantó sobresaltado. Se puso las zapatillas y se dirigió directamente a la biblioteca. Luigi Cervini había tenido una pesadilla horrible, los libros comenzaban a desaparecer de nuevo. Caminó por los pasillos solitarios hasta la sala subterránea. Introdujo las claves, espero en la cabina de depuración y entró en una de las salas con el corazón en un puño. Tomó uno de los volúmenes y comenzó a hojearlo, todo parecía normal.
Respiró aliviado y cuando colocó de nuevo el tomo. Observó algo extraño en la estantería. El papel de los otros libros comenzaba a desaparecer.
—¡Dios mío! —gritó asustado. Empezó a tomar los libros pero se convertían en polvo en cuanto los tocaba. En unos minutos todos los libros de la sala habían desaparecido.
Se tiró al suelo llorando, intentando atrapar con las manos aquel polvo que se escurría entre sus dedos. Aún olía a papel cuando cerró los ojos e intentó imaginar la biblioteca. Ahora la única realidad era aquel Dominio Virtual, en el que conocimiento del mundo se había quedado encerrado para siempre.