Día 7, 12:55 AM.
Sede de GoodLife Mountain View,
San Francisco, California.
El especialista llegó corriendo y conectó un pequeño ordenador a varias entradas de cables. Comenzó a teclear y el resto de inspectores le miraron asombrados.
Blake observó el reloj de la muñeca del técnico y comenzó a impacientarse. Entonces dio una patada a la puerta.
—¡Joder, que traigan artificieros! ¡Lo que sea! El resto de inspectores le miraron sorprendidos. Blake se apartó un poco de la puerta y comenzó a lanzar maldiciones.
Un pitido sonó en el edificio y se fue la luz. Ahora estaban todos a oscuras.
—Creo que me he equivocado de control —se disculpó el técnico. Blake estaba enfurecido, pero intentó calmarse un poco.
—Que alguien traiga más luz —ordenó. Varias linternas alumbraron el ordenador, pero a los pocos segundos volvió de nuevo la luz.
—Creo que ya lo tengo —dijo el técnico y la puerta dio un chasquido. Blake sacó el arma y entró despacio en el pasillo.
—Nos dividiremos en dos grupos y recodar que no debemos disparar a nadie hasta que yo dé la orden. ¿Entendido? El grupo de inspectores afirmó con la cabeza. Caminaron despacio, pegados a las paredes hasta llegar a la puerta del despacho.
—Cielo Santo, también está cerrada —dijo Blake sorprendido. El técnico se acercó a la puerta e intentó identificar el código.
—Esto me llevará al menos otros cinco minutos —dijo mientras conectaba los cables. Blake le miró resignado. Estaba a punto de perder los nervios por completo.