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Día 6, 11:40 PM.

Fremont, California.

La señal se detuvo. El coche se dirigió a toda velocidad hacia la dirección señalada. Se trataba de la estación de autobuses de la ciudad. Los dos agentes se apearon y Blake corrió por las dársenas seguido de su compañero. Registraron los tres autobuses aparcados. De uno de ellos bajaba gente.

—Mierda, iba en autobús —dijo Blake mientras subía las escaleras del último vehículo. Corrió por el pasillo. Allí la señal era muy fuerte. Entonces observó el aparato parpadeante.

—El muy cabrón dejó el teléfono en el lateral del asiento. Nos ha despistado —dijo Blake llevándose las manos a la cabeza. —Entonces, ¿dónde está? —preguntó el compañero. —Quería alejarnos de GoodLife. Tiene que haber ido allí, quiere vengarse por sí mismo —dijo Blake corriendo de nuevo hacia la salida. Cuando entraron en su coche Blake pisó el acelerador con fuerza. Su compañero puso la luz de emergencia y una fuerte sirena comenzó a sonar.

—Espero que lleguemos a tiempo —dijo Blake. —¿A tiempo para qué?

—Para impedir que las mate. ¿No lo entiendes?, ha decidido terminar con ellas —dijo Blake con el rostro tenso por la angustia. El vehículo atajó por el puente, pero aun así les quedaban veinte minutos de incertidumbre. Blake tomó el teléfono y llamó a la sede de GoodLife. Saltó un contestador y le remitieron la llamada a una operadora. Después de varios minutos alguien le comunicó que no podían ponerse en contacto con la oficina de las fundadoras. Ellas habían cortado todo acceso con el exterior.