Día 6, 7:00 PM.
330 Drumm St,
San Francisco, California.
David dejó su iPad en la entrada y se quitó la ropa. Estaba agotado, hundido por el agotamiento y con la sensación de que la última semana su vida se había volatilizado. Se preparó un baño y se metió en la bañera. Dejó que el tiempo pasara y al final se quedó dormido.
Cuando se despertó, se sorprendió al ver el reloj, había estado dos horas metido en el agua. Se puso algo cómodo y se fue a por el portátil. Miró el correo electrónico, tenía un par de mensajes nuevos, pero uno le llamó poderosamente la atención, era de un tal inspector Blake de la policía de San Francisco. Leyó el mensaje, el agente le pedía una cita, asegurándole que si colaboraba no sería acusado de asesinato. El tal Blake había llegado a la conclusión que detrás de la muerte de Jimmy Watson y sus amigos estaba la mano de GoodLife. En otro momento, aquella carta le hubiera llenado de euforia, pero ya no le servía de nada la ley. Sus planes no eran precisamente meter entre rejas a las fundadoras de la compañía.
Se acercó a la mesita de su habitación y sacó un arma, su padre siempre le había insistido en que tuviera una, decía que San Francisco podía ser un lugar peligroso. Después buscó la munición en el armario.
El peso del revolver le hizo sentirse ligero, como si aquella arma le dotara de una fuerza de la que había carecido todos aquellos días.
Se guardó más balas en los bolsillos. No sabía cómo iba a pasar el arma, pero estaba seguro de que no saldría con vida de GoodLife. Tomó el teléfono y se dirigió a la salida.
Quedaban tres horas para la cita, pero todavía tenía algo que hacer. Caminó por la calles de San Francisco como un turista, mirando los edificios, observando los bulevares, sabía que era la última vez que los vería.