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David explicó su plan a Frank. Iba escribir un artículo controvertible para su periódico, pero antes contactaría con GoodLife para que intentaran de nuevo reunirse con ellos, el periodista pensaba que la amenaza podía surtir efecto. En los dos días que llevaba abierta la bolsa las acciones de la compañía se habían disparado, pero un escándalo podía parar los acuerdos con varios estados y hundir las acciones.

David se pasó toda la mañana recopilando los datos y redactando el artículo, mientras Frank atendía los asuntos de su trabajo a través del teléfono. Carmen, por su lado, vagaba por la casa sin saber qué hacer, al final se fue con el coche sin avisar para comprar algunas provisiones.

Media hora más tarde, Frank se acercó a la habitación en la que escribía David para preguntarle.

—¿Cómo va eso? —Bien, espero que el artículo cause el efecto que esperamos —dijo el periodista. —No tengo mucha fe en ello, creo que sería mejor vigilar a esas dos mujeres e intentar hablar con ellas fuera de la sede, allí dentro es un peligro. —Sí, pero debemos hacerlas pensar que si nos hacen algo la información saldrá de todas maneras —dijo David. —Espero que estés en lo cierto. —¿Dónde está Carmen?

—No lo sé, hace más de media hora que no la veo —contestó Frank. David se levantó de la cama y los dos hombres buscaron a la chica por todas partes. —¿Dónde diablos se ha metido? —preguntó David. —No está en la casa y falta mi coche. —Seguro que ha ido a comprar. No entiende que estamos en peligro. Si alguien la ve, puede causarnos muchos problemas —dijo David enfadado. Los dos hombres se fueron a la cocina e intentaron llamarla, pero no cogió el teléfono. No podían ir a buscarla, la tienda más cercana estaba a unos veinte kilómetros. Al final se sentaron en la mesa y tomaron un café. David no dejaba de mirar el reloj preocupado. Carmen corría un serio peligro.