Día 6, 09:40 AM.
Sede de GoodLife Mountain View,
San Francisco, California.
Alicia bebió un sorbo de su té y miró la lista de pedidos. A pesar de la rapidez de sus distribuidores se habían quedado sin equipos de escaneado libres y necesitaban comprar unos dos mil ordenadores más para apoyo a sus servidores. Con el dinero que habían ganado la última semana podían dar prioridad absoluta a sus nuevos proyectos, sobre todo a Babel Fish. El Presidente tenía un informe sobre la implantación del programa de Inteligencia Artificial, que podía convertirse en el primer educador a nivel general del planeta. Las cosas no podían marchar mejor.
Aquel programa había sido uno de sus sueños en su época de estudiante. Una mujer con su coeficiente intelectual había tenido que soportar a muchos profesores incompetentes a lo largo de su vida. Ahora toda la información estaría al alcance de la mano de una manera totalmente gratuita. Un profesor que sabía todas las respuestas y podía resolver todas tus dudas.
Otra de las grandes ventajas de Babel Fish era su coste, aplicado a escuelas o a la enseñanza en los hogares era mucho más barato que tener a miles de profesores en activo. Todo el mundo podría cumplir su sueño de formarse para buscar un trabajo mejor o licenciarse sin pagar cifras desorbitadas. Ella misma había tardado años en pagar sus estudios y miles de jóvenes hipotecaban sus vidas durante años con los bancos.
Alicia entró en el programa y el ordenador la saludó.
—Hola Alicia. —Hola Fish. —¿Qué tal estás? —Bien. —¿Quieres comenzar con tus clases de francés? —preguntó el programa. —Únicamente estaré un rato —dijo Alicia. —Un poco al día, todos los días y serás una verdadera francesa en menos de año. Alicia comenzó con su clase, intentó olvidar los problemas de su casa, del trabajo y disfrutó de aquella sesión como una niña pequeña.