Día 5, 11:00 PM.
Fort Point,
Golden Gate, San Francisco.
Cuando David llegó al monumento no había nadie. El parking estaba prácticamente vacío y el agua de la bahía parecía plana, como un inmenso plato negro. Notaba como le sudaban las manos y tenía la boca reseca, con gusto se hubiera bebido un vaso de bourbon, peo tenía que tener la mente despejada. Tocaba inconsciente con una mano el pendrive y con la otra el iPhone. Cuando un coche entró por la calle, se puso en guardia. No sabía cuántos eran ni cómo reaccionarían al verle. Un gigantesco coche negro se detuvo a unos diez metros de él y le enfocó con los faros. Un hombre salió y al lado de la puerta le gritó las instrucciones.
—Quiero que avances un poco, después deja el pendrive en el suelo y vuelve a tu sitio. No parecía la misma voz con la que había hablado por teléfono.
—Primero quiero ver a Carmen —dijo David intentando transmitir seguridad. El hombre ordenó algo y un segundo individuo sacó a la mujer del coche.
—No la veo, que se ponga al lado de los faros. Cuando cojáis la información ella correrá hacia mí —dijo David. Empujaron a la mujer que comenzó a caminar despacio, David se adelantó un poco y cuando comprobó que era ella dio unos pasos hasta el sitio convenido. Hubo un momento en el que apenas estaban a dos metros de distancia. Tuvo que frenar sus ganas de correr a abrazarla.
—No camine más —advirtió la voz.
David se agachó, era la señal convenida. Entonces comenzó el caos y el tiempo transcurrió en un segundo. Un segundo que le pareció el más largo de su vida.